sábado, 17 de mayo de 2008

La clausura

Se escucha el ruido de la lona que se arrastra, Ricardo la coloca y la levanta con tres varillas negras. Se dejan ver ya las letras negras sobre fondo azul: 2do Festival de la memoria Cine Documental Iberoamericano. Otros tres colocan las mantas de igual forma, ¿Quién será el Chinelo?, necesitamos un chico alto. Ale se ve un poco tensa, parece que hay detalles sin resolver. Salvador no deja de tomar fotografías de todo este movimiento.

Isabel será edecán, ella subirá a los ganadores del lado derecho, Laura lo hará por el lado izquierdo. Juan da indicaciones desde el centro del auditorio, sí, nuestros roles en este festival cambian todo el tiempo. Como almas solitarias están los atriles que serán utilizados por la orquesta, parecen estar en un desorden intencional, un desorden poético, expectante, el escenario espera ansioso.

Un recuadro azul con el texto que dice mitsu apenas es perceptible y se proyecta sobre la lona blanca, César explica el orden del ascenso y el descenso de las edecanes. Gíralo hacia mí un poco, se escucha a Juan. ¿Cuánta gente vendrá?, dice Nadia mientras sube las escalinatas con Alejandra imaginando el evento que iniciará en 30 minutos. Al centro, en el escenario se ve Jorge, toma fotos, observa, y sobre él, el mitsu del proyector vuela como mariposa. Al fondo música clásica, ayuda a los nervios, conforta el ambiente de espera.

Edith camina de un lado a otro, se ve serena, contenta. A pesar de que restan aún 30 minutos ya hay unas 10 personas sentadas en las butacas. Vamos por unas Tepoznieves mientras, escucho detrás. Una realizadora entra, saluda, se sienta, faltan 25 minutos. La música, el movimiento de los organizadores y las butacas en una alineación perfecta, simétrica, producen cierta belleza. Entra corriendo Rodrigo, casi imperceptible, alguien graba.

Sí, bueno, dos, probando equipo de sonido, la música cambia, el ritmo es ya más acelerado. Edith ensaya el discurso de apertura, Itzel, su hija, la escucha, deja ver una leve sonrisa.

¿Quieres ir a ver la del monstruo?, se escucha, la van a repetir.

Ya se escuchan los violines de la orquesta, ensayan. Los músicos lucen nerviosos, felices. Bolsas por doquier, unas azules del festival, otras rojas, otras moradas.

¡Silencio por favor!, una vez más Juan, ¿Prevenidos para el ensayo?.
Sale Edith, camina apresurada, Tranquila, no corras. Lee el discurso de bienvenida, presenta a la orquesta, aplausos, la orquesta avanza. El director dialoga, se colocan, se van. Se acerca la pantalla, Tercera llamada, comenzamos. Sigue el ensayo. Llegan ya los actores, alguien les da el guión.

Afuera, Humberto se prepara, se acomoda el micrófono que prende de su camisa blanca. La cámara se acerca, lo encuadra y ella se prepara para entrevistarlo.

La tela azul cubre la mesa, el tianguis también se prepara, la gente llega, pero aún no pueden pasar.

Inicia el simulacro de premiación, los actores, sin querer, están a punto de revelar el nombre de los premiados, que en esa lectura deben omitir.

Todo está casi listo, las luces, las cámaras, las risas, los nervios. Afuera espera ya mucha gente, se pregunta por qué no puede entrar. Alejandra se asoma, ¿ya se abren las puertas?... ya, se escucha.

Todos aplauden, entra Edith, ya no es ensayo. La orquesta vestida de negro inicia. El sonido de los violines penetra la piel, todos con los ojos bien abiertos, parecen no creer que sea real ese acto majestuoso. Las manos del director se elevan, descienden, y al curso de ellas, los violines, el chelo, no hay errores. Al fondo, afuera, hay cuetes, no interrumpen, imposible.

Entran Daniel y Verónica, parece que el público los reconoce, ambos disfrutan ver documental, más, en Tepoztlán. Hablan del festival, de los seis días de lucha contra la desmemoria. Daniel hace énfasis en los cuetes, todos ríen.

Para conjurar al olvido y evitar el Altzheimer social, dice Daniel, debemos reconocer a los que han abierto brecha (…) el homenaje de la noche será para Humberto Ríos, un maestro que sigue dejando huella, ¡Humberto Ríos, homenajearte es un honor para el Festival de la Memoria!

Humberto pasa al frente, se le ve contento, todos aplaudimos de pie, una sensación de ternura nos embriaga, de admiración, todos lo vemos, lo escuchamos. Emocionante y gratificante, uno de mis lugares aún me recuerda, (…) los espacios para la construcción de nuestra democracia son necesarios, el arte, en cualquiera de sus géneros, será siempre un testigo contra su gobierno. El documentalista, es el que más recursos tiene para mirar su realidad, obedeciendo a su olfato político (…), la realidad está entrando en las salas de cine. Todos lo escuchamos atentos, sube aquel hombre de traje típico, de chinelo, y le otorga la estatuilla, un ZAPATA.
Después de una pieza más de la orquesta, en la que el clarinete nos trasladó a un ambiente onírico, en donde todos éramos personajes de películas. Sigue la premiación.

¡Los documentalistas somos muchos y seremos más!

Los realizadores recibieron el premio, emocionados, sin palabras, otros no estaban presentes, la ausencia de Efrén quien daría el premio del público causó sorpresa, no hubo aplausos. Hubo premio ZAPATA, CHINELO, JULIO PLIEGO, SIGNIS Y RETO, y menciones honoríficas. Que los documentalistas sean la voz de los que no tienen voz, ¡No al relleno sanitario! fue la consigna con la que Francesco Taboada concluyó su intervención al recibir mención honorífica, Manuel Villanueva en representación del director de TV UNAM y Mateo Pliego, entregan el premio JULIO PLIEGO a Trazando Aleida, de Christiane Burkhard, su bebé la aclama, y con paso apresurado la alcanza, ella se agacha para cargarla.

Blanca Estela Monzón habla de la fuerza y dedicación de Aleida, por los desaparecidos políticos, en su honor. Día de fiesta es el resultado de un sueño colectivo, por defender sus derechos, justifica Blanca las mencioesn honoríficas.

Claudia, Mario y Miguel, suben felices, lograron el reto y obtuvieron el premio con Los que gritan de noche.

Inti, espontáneo, habla de lo que hay detrás del festival. Pasa Alejandra Islas, de botas negras. Conforme pasa el tiempo se le escucha más serena. Los logros, los retos, los tropiezos, en una analogía con las piedras de río, piedras que adornan la imagen del festival, sonríe, casi ríe, no se sabe si de gusto o de nervios, pero se le ve feliz. Nombra a cada uno de los que hicieron posible el festival, y seguido de ello, todos suben al escenario, miran al público, la luz de las lámparas lo impide un poco, es muy fuerte, un abrazo colectivo, aplausos.

Vamos al Zócalo, que el personaje más controversial del festival estará ahí, sí, El monstruo de la montaña hueca.

Realización:
Jessica Rivera / José Luis Valdez

Comisión de prensa:
Berenice Fragoso, Salvador Guzmán, José Luis Valdez, Jessica Rivera.

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